__Del sentir invisible __
PRESENTACIÓN DEL LIBRO: Del sentir invisible Poemario dividido en dos partes:
Antes de hablar de Marga Clark y de su libro de poemas, quiero pedirles excusas por empezar esta intervención comentándoles una experiencia meramente personal. Normalmente, el presentador/a de un libro suele ser una persona que, a parte de haberlo leído y del hecho de que le haya gustado, es amiga del autor/a, o del editor/a del libro y acepta con gusto exponer públicamente su experiencia lectora. Y, sobre todo, intentar comunicar a los demás el placer e interés que la obra presentada le ha producido. Bien, en esta ocasión, me congratula decirles a ustedes que no he llegado hasta aquí por los motivos que acabo de exponer: conocí a Marga Clark hace unas veintena de días, he conocido al editor hoy mismo, este mediodía para ser exactos, y, pese a tener amigos comunes -amigos muy entrañables como Javier Aparicio y Valentí Gómez i Oliver- a la autora de este libro de poemas y a su presentadora de esta tarde no las ha unido hasta ahora ninguna amistad. Esto ha sido así hasta hace apenas una semana, cuando estando ella en Madrid y yo aquí, en Barcelona, empecé a leer el libro de Marga Clark, terminé de leerlo, y, acto seguido, empecé a leerlo de nuevo. A la tercera lectura de estos poemas, su autora, Marga Clark, era ya para mí un ser próximo, que acababa de irrumpir con firmeza en mi vida, en eso que llamamos vida personal y que es el propio ámbito interior, sensitivo y mental, donde confluyen nuestra manera de ver el mundo de entenderlo y de sentirlo, es decir nuestra manera de ser, de vivir y de morir, que, en definitiva, es lo único que somos. La lectura de este libro de poemas titulado Del sentir invisible (Devenir, Juan Pastor) ha constituido para mí una experiencia sumamente grata. Me ha producido el enorme placer del descubrimiento de un texto, de una autora, de cuyas bondades tenía sólo vagas noticias. Se trata de un placer que no es ni mucho menos frecuente; por el contrario, cruza por nuestra vida lectora sólo en contadas ocasiones, en muy contadas ocasiones. Pero, cuando así ocurre, creo que vale la pena decirlo, comunicarlo a los demás, decir: "¡atención, ha ocurrido! ¡se ha escrito un libro de verdad, leánlo!". Del sentir invisible pertenece, en mi opinión, a esa fulgurante, y escasa estirpe de poetas que, a partir de Novalis, se sienten tentados (o condenados) a avivar la llama sagrada del gran misterio: la muerte. Evidentemente, la aventura de Novalis no era ajena a la deslumbrante experiencia de los poetas místicos españoles. Pero la noche de los poetas místicos, con Juan de la Cruz en primer término, tenía un sentido feliz, un sentido afortunado: Dios. La noche, para Novalis no es camino hacia Dios sino hacia la vida, y, en este aspecto, el sentido de la noche, la razón de ser de la noche, carece de carácter idílico y venturoso. Es una incógnita. Una incógnita que sólo se resuelve cuando llega a su fin, cuando llega a la muerte. La única gran certeza. Los himnos de Marga Clark no van en busca de la noche, de la muerte, para alcanzar la revelación. Su canto se inicia ya en el corazón de la noche, en el centro de la muerte, y desde allí despliega un camino que es memoria y deseo. Memoria de la vida, y quizá del amor, pero no memoria del deseo, porque el deseo aún late, el deseo se ha encarnado en la palabra, en el poema. El deseo crea ese espacio, ese ámbito verbal donde muerte y vida se complementaron alguna vez, unidos por la fuerza continua y eternamente generada por el propio deseo. O por lo que es lo mismo: esa pulsión que crea, destruye y vuelve a crear lo que de inasible hay en el hombre: es decir, el ser.
Ana María Moix |