Y oía un sollozar gris, pálido, lento, mientras las sombras escondían su luz entre los pasillos rotos de la noche. Y las hormigas transportaban montañas a lugares inimaginables mientras tus brazos de musgo rozaban las estrellas. Y se tiñeron de rojo los campos y de púrpura las aguas, mientras volabas ebria de belleza a tu reino oculto. Y la oscuridad te llenaba toda. Y yo sentí perderte para siempre.

 

 

 

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