__V Encuentro de mujeres poetas __

 

Lectura poética: V Encuentro de Mujeres Poetas

Residencia de Investigadores CSIC
2-3-4 de Noviembre de 2000

           
           
            El poeta Antonio Gamoneda una vez me dijo: "Es en la invisibilidad donde se engendra la visión", y yo si se me permitiera continuar la frase os diría: y es en el corazón de lo invisible donde se genera el sentir. Mi poemario: Del sentir invisible, es sólo una búsqueda de este mundo quimérico de lo invisible donde se materializan fugazmente las visiones. De aquí os leeré unos cuantos poemas:

 

Y así perseguían mis ojos las estrías agrietadas de las noches.
Y así me sorprendiste en un momento de debilidad amordazada.

Y fue ese grito violento, ese grito aterrador e inesperado,
lo que provocó el silencio nocturno de las aves.

Y me encontré rodeada de grillos durmientes y ángeles desvanecidos
mientras tu cuerpo desnudo avanzaba perdido entre las aguas abrasadas.

Y así, lentamente, sentí la luz abandonarme toda.

 

                        ***
No hablemos de los dioses,
ni de las ánforas enterradas por los tiempos,
ni de los narcisos yacentes en las aguas adormecidas.

No hablemos de las lágrimas que enturbiaron tu primera vida,
ni de los ciervos blancos que sobrevivieron mi recuerdo.

No hablemos de tus manos,
ni de la palabra firme que estalló sobre tus labios
manchándome con sangre.

No hablemos de tus hombros destrozados,
ni de tu torso desvanecido.

No hablemos de tu ausencia infinita,
tu cara sin rostro, tu mirar.

 

                          ***
En el olvido mecí mis brazos buscando tu recuerdo.
Y en la bruma herida de tu pelo encontré la tristeza.

Y para alejar el miedo, recorría tus bosques altivos
de tallos tiernos.

Y sin detenerme, perdida, escuchaba tu grito azul
penetrando la tierra.

 

                            ***
Déjame atravesar tus paredes de musgo enrojecido,
y caminar por tus bosques de febril locura.
Y al llegar la noche,

déjame que repose mi aterido cuerpo
entre tus ramas tiernas de frondosa oliva.
Y cuando los ciervos negros canten su agonía,

déjame buscar tu niebla en mi agua oscura.
 

                            ***
Tu ausencia es la memoria desvelada de tus ojos perdidos
en un tálamo de sombras.
Es el furtivo esbozo de tu sonrisa desnuda.
El olor de tu nombre.
Tus manos temblorosas apretando el destino
en mis hombros golpeados.

Es tu mirar desvanecido en mi interior.

 

                           ***
Busco la piel oscura de las rocas
el aliento negro del helecho
el olor pálido del bosque
el lloro inquietante del viento.

Intuyo tu vacío invisible, inalcanzable.

Te escucho porque no hablas.
Te busco porque no existes.
Te encuentro porque no eres.

 

                           ***
Por eso viniste,
a encenderme más la oscuridad delirando silencios,
lamiendo con tu lengua danzarina mi saber perdido,
mi conocer sin entender la noche ni la palabra.

Por eso viniste,
a iluminar mis huellas,
a dilatar mi soplo,
a apaciguar mi herida.


            Y siguiendo esa luz que iluminaba y sosegaba mi éspiritu empecé a caminar por las páginas de un bosque inquietante que me aturdió por la intensidad de sus olores, sonidos y colores. Me adentré más y más hasta que su espesura me atrapó perdiéndome en lo recóndito, y lanzándome a la búsqueda de otros caminos todavía más sinuosos y extraños. Y he aquí donde nacen los poemas del libro que he titulado: Pálpitos. Estos cuatro pálpitos que vislumbré en mi constante deambular: el pálpito del aire, que me recogió en sus alas sin destino. El pálpito del agua, que acompañó mi sed. El pálpito de la tierra, que me meció en su entraña, y el pálpito del fuego, que me devolvió mi ardor. Y ahora os leeré algunos de estos poemas:

 

Vuelves,
regresas al húmedo útero de la lluvia.
Desciendes,
bajas lento, más lento, más profundo
hasta penetrar la entraña cóncava, insondable,
hasta tantear el embrión perdido del vacío.

Luego descansas,
sacias tu sed
con el amargo semen de la nada
y abandonas tu semilla
en mi cimiento malva.

 

                          ***

Yo vi el ave celeste cruzar mi vida.
Sangró mi corazón su flecha herida.

Yo vi hojas de acanto,
zarzas y espinas

                          ***

 

            Terminaré con unos caligramas de mi libro todavía inédito titulado: Trilogía.

 

•     Naceré otra vez para que la muerte no me abandone.

•     Sé que me iré sola y los mares seguirán siendo siempre.

•     Las sombras me hablan de cosas mudas.

•     Escribo para encontrar luciérnagas en la noche.

 

Muchas gracias.

 

Marga Clark